Las ventas directas tienen un perfil único entre los canales minoristas, debido al modo en que los productos y servicios se ofrecen a los clientes. En lugar de basarse en los puntos de ventas tradicionales o en sitios de venta en línea, las compañías de ventas directas mantienen un equipo de ventas de millones de trabajadores independientes, que aportaron $34.000 millones a la economía de EE. UU. en 2014. También las compañías de bienes raíces, seguros, viajes y tecnología, además de las marcas más reconocidas, confían en los trabajadores independientes para llevar sus productos y servicios a los consumidores. El trabajo independiente agrega valor a quienes lo ejercen, a la economía y a la sociedad.

Los consultores independientes de ventas directas ganan comisiones sobre las ventas, pero trabajan para sí mismos. Establecen sus propios horarios, crean sus propios planes de marketing, determinan si van a formar equipos de ventas, cómo asesorar a sus integrantes y cómo servir a sus clientes.

A millones de vendedores directos independientes les parece ventajoso trabajar para sí mismos. La ventaja más evidente es la posibilidad de construir y hacer crecer sus propios negocios, y de manejarlos como mejor les parezca. La libertad y flexibilidad de establecer sus propios horarios de trabajo atraen a todo tipo de personas a las ventas directas, incluidos padres con hijos pequeños, estudiantes, personas a cargo del cuidado de otros, jubilados y cónyuges de militares.

Para la mayoría de las compañías de ventas directas, los costos iniciales son de apenas unos pocos cientos de dólares o aún menos, ya que no deben desembolsar en gastos generales como bienes raíces, instalaciones y equipos o publicidades tradicionales, que pueden costar decenas e incluso cientos de miles de dólares.

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